El Gobierno derogó 973 normas del Instituto Nacional de Vitivinicultura

El ministro de

Destalló en X que la Resolución «deroga 973 normas (sí, 973!) y redefine completamente el rol del organismo» y que dejaron atrás «el régimen en el que el Estado pretendía controlar cada paso del proceso productivo para pasar a un modelo donde se enfoca exclusivamente en garantizar la aptitud para consumo del vino. La industria del vino ya mostró lo que puede dar. Argentina produce 900 millones de litros de vino por año, lo que la convierte en el quinto productor mundial. Exportamos USD 800 millones anuales. Pero el consumo mundial del vino está cayendo y los gustos cambian (por ejemplo se impone en varios países el consumo de vino sin alcohol). Por ello es un imperativo darle a la industria la flexibilidad y libertad necesarias para adaptarse a este cambiante entorno».

Señaló que «A partir de la Resolución 37/25 el organismo dejará de intervenir en cada una de las etapas iniciales e intermedias del proceso productivo (como la producción en el viñedo, la cosecha, la elaboración o el transporte) para concentrarse exclusivamente en el control de los productos finales embotellados, garantizando que sean aptos para el consumo y no estén adulterados. Por otro lado, los controles de trazabilidad (certificaciones de origen, añada y varietal) pasarán a ser optativos, a disposición de los productores que los requieran en función de sus necesidades comerciales (aunque también lo podrán hacer de manera privada). Para tomar noción de lo exagerado de esté régimen, en 2024 el INV emitió 140.000 permisos de tránsito y realizó más de 5.000 inspecciones a bodegas».
Reconoció (y por lo que reclamaban los industriales), que «existen registros de empresas que recibían una inspección cada 2 días. Como si esto fuera poco, el INV se encargaba de trámites innecesarios como la determinación año a año del grado alcohólico mínimo permitido para cada tipo de vino según la zona. Y como siempre decimos, menos burocracia son menos oportunidades para la corrupción. Al eliminar las fiscalizaciones intermedias los inspectores sólo tomarán muestras de los productos embotellados y los enviarán a analizar, cerrando la puerta para la discrecionalidad y la corrupción. En otras palabras ya no andarán los inspectores del INV interfiriendo en la producción de las bodegas (un reclamo de los productores que se repetía sin cesar). Y como dice el titular del INV, la inmensa mayoría de las bodegas hace años que no tiene problemas. ¿Por qué tratarlos como delincuentes? Ya bastantes dificultades tiene el negocio en sí mismo para que el Estado ande complicando las cosas. VLLC! Este resultado fue el esfuerzo mancomunado de muchísimas personas».
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