Educación y tecnología: “Si no es ahora, nos quedamos afuera”
Estudiantes y docentes de escuelas públicas de Mendoza lo tienen claro: aprender con tecnología no es un lujo, es una urgencia. Con el programa Edutec y la plataforma Mendoza Aumentada, el Estado provincial acerca netbooks, proyectores y pizarras digitales a las aulas. Lo que antes era desigualdad, ahora empieza a ser oportunidad.
En la mesa donde Malena y Victoria esperan su turno para hablar, hay una netbook recién encendida. No es la de su casa, porque en su casa no hay. Es una de las treinta y cinco que acaba de llegar a su escuela, la 9001 General José de San Martín, como parte de los kits tecnológicos que el Gobierno de Mendoza está distribuyendo en todo el territorio.
“Es un gesto muy lindo”, dice Victoria, con esa mezcla de entusiasmo y pudor que tienen los adolescentes cuando les dan la palabra. Pero enseguida sube un escalón: “Es una colaboración muy necesaria para que podamos introducirnos más en el tema de la tecnología, de las inteligencias artificiales. Para tener un buen uso de ellas, no abusar. No estar todo el tiempo pidiendo que hagan las cosas por nosotros, sino mejorar lo que ya sabemos”.
Malena, sentada a su lado, asiente. Agrega sin rodeos: “A veces no sabemos usar la inteligencia artificial. Con este proyecto vamos de la mano del docente. No es que la usamos para zafar. La usamos para aprender. Nos da guías, sitios, herramientas reales para entender mejor”.
La conversación no es abstracta: los kits que recibieron incluyen una notebook para docentes, treinta y cinco netbooks para alumnos, un proyector y una pizarra digital. A simple vista, parecen objetos. Pero en las voces de las chicas se convierten en algo más: acceso, autonomía, oportunidad.
“Es para el futuro. No el de más adelante, el de ya. Porque todo lo que vamos a vivir va a estar basado en la tecnología”, dice Victoria. Y no suena como consigna repetida: lo dice con la certeza de quien ya sabe que, si no es ahora, se queda afuera.
La directora del colegio, Karina Miñambre, lo pone en otras palabras: “En términos poéticos, es la concreción de un sueño. En contexto real, es la posibilidad de sumergirnos en esto nuevo que propone la educación actual: la IA, las nuevas tecnologías, como campo propicio para fomentar la subjetividad, la autonomía, la construcción del saber”.
Pero lo más interesante no está en el discurso armado, sino en lo que late detrás: que las escuelas saben que solas no pueden. “Esto nos abre un horizonte nuevo, innovador y muy desafiante”, dice Miñambre. Pero también dice otra cosa, más brutal en su simpleza: sin esta política pública, este material no llega. No alcanza. No aparece.
Eso lo confirma también Fernando Hernández, profesor de Geografía en la Escuela Fray Luis Beltrán. “Recibir este kit es un paso muy importante porque nos ayuda a completar el piso tecnológico de la institución. Difícilmente podríamos acceder a este tipo de material por nuestros medios”, explica.
Y cuando dice “piso”, no lo dice en sentido figurado. Se refiere, literalmente, al mínimo indispensable para que una clase pueda desarrollarse con los códigos del presente: conectividad, pantalla, proyector, dispositivos individuales, plataforma educativa. “Ellos nacieron con la tecnología alrededor. Hoy todo está atravesado por eso. Acceder a los contenidos desde ahí cambia la forma en que aprenden y también la forma en que piensan”, dice el docente.
En la Escuela Fray Luis Beltrán, Salomé y Joaquín -ambos de tercero primera- se ríen nerviosos antes de contestar. Pero, cuando hablan, lo hacen con precisión. “Es un apoyo grande. Nos va a ayudar mucho, tanto a los alumnos como a los profes”, dicen. Y cuando se les pregunta si esto mejora el aprendizaje, Joaquín no duda: “Sí, porque cada uno puede ir a su ritmo. Si uno aprende más rápido o más lento, esto lo acompaña. Te da respuestas, te guía”.
El kit tecnológico, entonces, no es un regalo. Es una forma concreta de reparar una diferencia que, si no se aborda, se profundiza. Porque hay chicos que ya tienen todo esto en su casa, y hay otros que solo pueden acceder si el Estado lo garantiza. Lo que Edutec logra es reducir esa distancia.
“Aporta mucho en el nivel de las materias, y hace que las clases sean más fáciles, pero no porque bajen el nivel, sino porque ayudan a entender mejor. Hay guías, y te responde lo que le preguntás. Te ayuda a avanzar”, dice Salomé.
Cuando se escucha con atención, queda claro que lo que los chicos agradecen no es el aparato, sino el gesto de haber sido tenidos en cuenta. Por eso se sienten cómodos, como dice Fernando Hernández. “Se los ve entretenidos, atentos, motivados. Se nota que esto los interpela”, señala.
Y allí está el núcleo de esta historia: no se trata de un acto de beneficencia ni de una modernización caprichosa. Se trata de una comunidad que se organiza, a través del Estado, para acercarles a sus hijos las herramientas que precisan. Para que todos -no solo los que pueden pagarlo- tengan una oportunidad justa de entender el mundo en el que ya viven.