OPINIÓN: La Argentina del Chiqui Tapia
La falta de una oposición seria y organizada deja al oficialismo ocupando todo el panorama político.
Ese día también estaba Volodomir Zelensky quien, en esa situación y con ese calor, debe haber extrañado a Putin.
Sin embargo, con todos sus defectos y más allá de lo que cada uno piense de él, Milei cumple con su rol. Te guste o no, el tipo es el líder del oficialismo. Un líder un poco raro, pero líder al fin. El problema lo tenemos del otro lado.
Podríamos traer a Bachelet de Chile o a Henrique Cardozo de Brasil pero no parece lo más apropiado. No por ellos, que son bárbaros, sino porque no da que la oposición política argentina sea liderada por un brasileño o un chileno.
Descartada toda alternativa extranjera, habría que hacer un casting local y buscar una figura novedosa, fuerte, con mucha ambición de poder y capaz de hacer cualquier cosa con tal de lograr un resultado. Chiqui Tapia sería perfecto.
Son gente rara. Los viejos radicales como Ricardo Alfonsín y Moreau se hicieron kirchneristas de Cristina y Alberto, mientras los viejos kirchneristas como Lousteau se hicieron radicales. Después no entienden por qué se fueron al descenso.
De todos modos, la UCR siempre es una opción. Hoy juegan en la B pero con un buen Chiqui Tapia que les de una mano para volver a primera división y después les regale penales todos los partidos podrían llegar a ser competitivos. Además lo tienen a Angelici.
Del resto del abanico político no queda mucho. Los famosos ñoños republicanos como López Murphy son muy respetables pero no tienen rating. Necesitan un buen productor televisivo que les arme un formato nuevo porque el que tienen ahora no mide. O la mismísima Lilita que está más para MasterChef Celebrity que para la pelea parlamentaria.
Por supuesto siempre está Macri. Hoy el Gato no estaría dando el perfil de opositor franco (con perdón de la alegoría) porque impulsa ideas parecidas a las de Milei. Además, esta semana fue a una radio y dijo que el éxodo de dirigentes que viene sufriendo el PRO ya no lo afecta porque lo habló en terapia con el psicólogo. Evidentemente no está claro qué es lo que quiere hacer con su carrera política y, a juzgar por lo que contó, tampoco lo tiene claro su terapeuta.
Tampoco Máximo y Kicillof, dos muchachos que quizá tengan buenas ideas pero les cuesta comunicarlas porque tienen severas dificultades para hablar en castellano.


