OPINIÓN: Milei, ante un duro desafío piquetero

Contra todos los pronósticos, Javier Milei prefiere cultivar la paciencia política desde que es Presidente.

Demostró tales destrezas cuando ayer pudo escuchar a Axel Kicillof sin inmutarse durante 45 minutos justos, que es el tiempo mínimo que el gobernador bonaerense se toma para explicar una simple idea. En ese combate sin tregua contra adversas circunstancias que le tocó, el flamante jefe del Estado tiene que atravesar indemne en estos días dos desafíos: la reunión de gobernadores de ayer y la anunciada marcha piquetera de este miércoles. El encuentro con los gobernadores era la prueba más fácil porque se trataba de una reunión con dirigentes de larga trayectoria. Ningún político, como dijo uno de ellos, puede ignorar que estaba ante un presidente con apenas 10 días en el poder, con una endemoniada herencia sobre sus hombros y con la necesidad de hacer reformas profundas en la economía con la aprobación del Congreso.

“Ya no es Macri el Presidente más débil de la historia en el Congreso; ese récord lo tiene ahora Milei”, dijo un gobernador. En efecto, Milei tiene muchos menos diputados y senadores nacionales que los que Macri tenía en 2015. ¿Lo ayudarán los gobernadores? La mayoría anunció que lo hará.

El gobierno de Milei les deslizó a los mandatarios provinciales que espera una situación de severos sacrificios económicos y sociales en los próximos tres o cuatro meses, pero que también aguarda un segundo semestre de 2024 ya con la economía creciendo y estabilizada. “Espero que no se hagan ilusiones con una la lluvia de inversiones, como la de Macri en el segundo semestre de 2016″, señaló, mordaz, un mandatario.

¿También los gobernadores cristinistas lo ayudarán a Milei? Esa pregunta no tiene una respuesta clara porque ningún gobernador encuentra entre sus pares a muchos seguidores fanáticos de Cristina Kirchner. Puede haber solo dos: Kicillof y el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Al revés, ¿es cristinista el eterno mandamás de Formosa, Gildo Insfrán? Si Insfrán hubiera tenido una sola lealtad permanente en su vida, no sería el caudillo de una de las provincias más pobres del país desde hace 28 años. Sus lealtades son sucesivas, nunca definitivas.

¿Es Gerardo Zamora, dueño y señor de Santiago del Estero, un cristinista fanático? Difícil. Es caudillo provincial, intendente de la capital de su provincia o senador nacional desde hace 22 años. Nada se mueve en Santiago del Estero sin el conocimiento del hombre fuerte provincial. Zamora es la continuidad del viejo juarismo santiagueño sin Carlos Juárez, el anterior caudillo que mandó en esa provincia durante casi 50 años.

Juárez se decía peronista, pero desobedecía a Perón, y Zamora se dice radical, aunque la UCR lo expulsó como afiliado. Ambos caudillos santiagueños trabajan solo para ellos. Zamora fue nestorista, cristinista, se acercó a Macri y volvió a Cristina en 2019. Tranquilos: Insfrán y Zamora deben estar buscando ya alguna diagonal para vincularse con Milei. Hay otros dos gobernadores que podrían ser menos flexibles empujados sobre todo por la ideología. Son los mandatarios de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, que viene del partido de la Concertación Forja, un aliado permanente del kirchnerismo, y el de Río Negro, Alberto Weretilneck, que nació en la política en el Frente Grande que fundó Carlos “Chacho” Álvarez.

Weretilneck se sintió siempre más cómodo cerca del cristinismo que de cualquier otra facción política. Salvo estas dos únicas excepciones, el resto de los mandatarios valoró que Milei haya sido ayer realista, respetuoso y expansivo en sus explicaciones. No todos los gobernadores están de acuerdo con rectificar la eliminación parcial del impuesto a las ganancias, una decisión netamente electoral de Sergio Massa. Ese impuesto es coparticipable y, por lo tanto, su eliminación parcial significó un serio quebranto para las cuentas públicas provinciales. “Hay 20 impuestos más que se pueden reducir o eliminar antes que el de Ganancias”, aseguró un gobernador de Juntos por el Cambio. El Presidente y el ministro Luis Caputo anticiparon que derogarán esa decisión oportunista de Massa, aunque corren el riesgo de enfrentarse con amplios sectores de la clase media. El impuesto a las Ganancias le mete la mano en el bolsillo fundamentalmente a la clase media. De ahí, entonces, la decisión de los gobernadores peronistas de no avalar la derogación de la medida de Massa. Los de Juntos por el Cambio son más flexibles ante la necesidad de Milei porque, además, sus legisladores votaron en el Congreso contra el proyecto de Massa. Fue el único momento de tensión en la reunión de Milei con los gobernadores.

El combate con los piqueteros es más crítico e irreconciliable. El gobierno de Milei advirtió que aspira a que todos los planes sociales del Estado lleguen directamente a los beneficiarios. Ese salto por encima de los dirigentes piqueteros, sobre todo en el caso del programa Potenciar Trabajo, que llega a los beneficiarios a través de los líderes piqueteros y de supuestas cooperativas, es el principal conflicto con los movimientos sociales. El resto de los planes sociales, como la Asignación Universal por Hijo o la tarjeta Alimentar, va directamente del Estado al beneficiario.

Este miércoles sucederá, además, el primer gran acto de la competencia anunciado entre el Estado y los movimientos piqueteros por el control del espacio público. Dicha así, la afirmación es absurda. El orden público es responsabilidad absoluta del Estado, pero ocurre también que ese principio no existe desde hace, por lo menos, 22 años. Desde la gran crisis de 2001, el control de la calle está en manos de los piqueteros y, en la mayoría de las veces, las fuerzas del orden son extrañamente fuerzas auxiliares de los movimientos revoltosos.

La convocatoria de este miércoles está a cargo del jefe del Polo Obrero, Eduardo Belliboni; esa organización social tiene una extracción ideológica trotskista. El propio Belliboni declaró públicamente que quiere que a Milei le vaya mal, tenga razón o no la tenga. Otros movimientos sociales, como el Evita, eligieron darle una oportunidad al gobierno de Milei y esperar los resultados de las primeras medidas de la nueva administración. De todos modos, siempre existió una cooperación entre el líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, y Belliboni, aunque fuentes seguras señalan que ahora no se percibe esa vieja coordinación entre ellos.

La administración por parte de los piqueteros del programa Potenciar Trabajo fue siempre un problema irresuelto para todos los gobiernos, no importa de qué signo hayan sido o sean. De hecho, el exministro de Desarrollo Social Juan Zabaleta, el segundo en ocupar esa cartera durante el gobierno de Alberto Fernández, mandó 180.000 planes sociales a gobernadores e intendentes para disgusto de estos. Al revés de lo que podría suponerse, ni gobernadores ni intendentes quieren saber nada con los movimientos piqueteros ni, mucho menos, con sus líderes. Paralelamente, el fiscal Guillermo Marijuan descubrió cerca de 200.000 planes Potenciar Trabajo en poder de personas con un alto nivel de vida, que incluía caros viajes a bellas playas del exterior del país.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, señaló este martes que el derecho a la libre circulación de todos los argentinos está primero que el derecho a manifestarse. Adorni tiene razón, sobre todo cuando se refiere a los casos en que el ejercicio del derecho a manifestarse se convierte en corte de calles, avenidas y autopistas. La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, fue explícita cuando señaló que existen los dos derechos, aunque hizo una distinción entre el derecho a manifestarse y el de cortar calles, que no existe.

Llama la atención que la marcha de este miércoles se haya convocado para las 16.30; ocupará supuestamente el espacio público que comprende desde las estaciones de Retiro, Constitución y Once hasta Plaza de Mayo. Siempre esas organizaciones de izquierda hicieron sus marchas en horas de la mañana o del mediodía. La convocatoria en horas de la tarde acerca mucho la manifestación a la noche. ¿Es porque los dirigentes piqueteros quieren ponerle fin al acto rápidamente o porque prefieren moverse en la oscuridad de la noche? La política no tenía respuesta a esa pregunta crucial.

Aquella colisión entre dos derechos, a la que aludió Adorni y la ministra Pettovello, existió, en efecto, durante las últimas dos décadas; siempre ganó el derecho a manifestarse (que incluyó el corte de calles, que no es un derecho) sobre el derecho a circular libremente.

Las cosas se agravaron para los piqueteros desde que asumió Milei porque sienten una profunda aversión hacia las ideas del Presidente y porque, encima, las ministras Pettovello y Patricia Bullrich, de Seguridad, anticiparon decisiones de represalia contra los cortes de calles. Pettovello anunció que les sacará cualquier subsidio al que corte el tránsito y Bullrich se juramentó que no permitirá que existan tales cortes.

Por otro lado, si se impusieran en la sociedad las ideas de Milei, sería el definitivo final de los movimientos sociales y de sus ideologías. Sería el final del protagonismo político de ciertos dirigentes, de su presencia en el espacio público y, en algunos casos, de una manera de financiar su actividad política.

La primera noticia que tuvo Bullrich después de su famoso protocolo contra los piquetes fue que el gobernador Kicillof tomaba distancia de esa política, que no acatará, según anunció. ¿Extraña? No. Kicillof ya había echado del Teatro de La Plata al cantante lirico Christian Peregrino solo porque se había manifestado contra los músicos del Teatro Colón que tocaron la marcha peronista en la función a la que asistió Milei dos días antes del balotaje. Solo criticó ese acto de manifiesta provocación política, pero a Kicillof le gustan las provocaciones.

De todos modos, fuerzas federales pueden controlar los accesos a la Capital de parte de los piqueteros. Nadie sabe todavía el grado de influencia que puede tener en la magnitud de la violencia y en la extensión de las protestas la presencia en el país de agitadores cubanos y venezolanos. Esta información es manejada por sectores del gobierno de Milei con mucha reserva, aunque aseguran que es cierta. De todos modos, el precedente de tal injerencia extranjera en asuntos internos sucedió durante el llamado estallido social de Chile, en 2019, pero fuentes seguras sostienen que en el país trasandino fue más importante el activismo de la izquierda local que la agitación de agentes del exterior. Nunca la historia se repite, pero, como decía Mark Twain, muchas veces rima.

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