OPINIÓN. Inquietante: Javier Milei recibirá un país quebrado y ya perfila el esquema inicial de poder

Ministros, secretarios, autoridades en el Congreso y otros cargos están definidos. La semana que falta será de horas frenéticas, no solo para Javier Milei, presidente electo de Argentina, sino también para quienes deben dejar sus puestos.

El cambio es absoluto. Impensado para la mayoría de quienes ejercen puesto en el Ejecutivo, desde ministros a abrepuertas deben sentir la revulsión que implica dejar el espacio que les dio seguridades durante años y las trituradoras de papel deben funcionar 24/7.

El futuro ministro del Interior, Guillermo Francos, confirmó que Martín Menem será el presidente de Diputados; un paladar negro libertario. Sobrino de Carlos Menem, hijo de Eduardo, con  muy mala performance en la elección a gobernador de La Rioja, quedó tercero, pero como en política hay revancha -aunque sea anticasta-, luego logró la banca en Diputados y será el próximo presidente del cuerpo, el tercero que no pertenece a la provincia de Buenos Aires…el cuarto en la línea de sucesión presidencial. ¿Por eso será un cargo tan codiciado?

Milei tuvo ayuda para definir las presidencias, Cristina Kirchner sentenció: «tanto la Presidencia Provisional del Senado como la Presidencia de la Cámara de Diputados le corresponden a un o a una representante de La Libertad Avanza, fuerza política que por amplia mayoría, en el balotaje del 19 de noviembre, obtuvo la representación popular para desempeñarse al frente del Poder Ejecutivo», o sea, ni Florencio Randazzo ni Cristian Ritondo (ni justicialista ni del Pro).

Una extrapartidaria, Patricia Bullrich se hará cargo de una papa caliente: ¿quién mandará en la calle? Fogoneada por la interna de su partido y algunos socios de Juntos por el Cambio, y lejos del creador del PRO que con una mezquina felicitación por su nueva función dejó claro que se trata de un «compromiso personal que asumen» -ella y Luis Caputo-,  y que se trata del «primer equipo» de Milei. Descartables.

Milei solo podrá lograr la aprobación de leyes convenciendo, como la respuesta a todos los pedidos es «no hay plata», intriga si usará el método de la zanahoria en el extremo del palo conocido por gobernadores e intendentes que durante años han recorrido pasillos de la Casa Rosada. Por ahora más que unirse, se han amontonado por un lado los justicialistas-kirchneritas (que parecen cada día menos K) y por el otro los radicales con el único del Pro. Buscan lo mismo: llegar a fin de mes, pagar los sueldos y los aguinaldos: hoy todos temen la reacción de «los caídos», como les llama Milei.

Los sindicalistas, silentes durante los gobiernos justicialistas, ya comenzaron a mostrar los colmillos, temen perder privilegios y prebendas. Lejos de las peripecias de sus conducidos, cómodos en el rol de intocables, ven que lo que viene les podría bajar el estándar. Los dirigentes de los movimientos piqueteros también ven venir la noche: la recaudación por marcha puede quedar en cero si los intendentes comienzan a administrar los planes.

Los que pudieron hacer compras este fin de semana se encontraron con que productos esenciales tienen precios muy lejos del 3 por ciento que calculan los economistas para la semana que pasó. Muchos carteles ostentaron irreverentes más del 50 por ciento de aumento respecto de mediados de noviembre. Los consumidores miraban atónitos las góndolas. La promoción del BNA+ no acredita los beneficios desde hace 20 días, y se saltea el ingreso del IVA que transita en los resúmenes por andariveles oscuros: nadie sabe a ciencia cierta cuánto ni cuándo llega a las cuentas bancarias. Muchas familias solo compraban los sábados por el 35 o el 40 por ciento de descuento (más el porcentaje del IVA), pero la promoción que vencía el 31 de diciembre tuvo un brusco cambio este 1 de diciembre: ahora solo es del 30 por ciento, y solo una compra por día por tarjeta, con tope de devolución de $4.000. Como ejemplo, solo el kilo de arroz de una marca alternativa en envase plástico cuesta más de $2.000. Y no es el Gobierno de Milei. Hasta el 10 de diciembre Alberto Fernandez es el presidente y Cristina Kirchner la vice.

Un párrafo aparte para Sergio Massa (el candidato que perdió la presidencia porque ensoberbecido subestimó a millones de argentinos): sigue siendo el ministro de Economía.

Los millones de votantes de Milei no le firmaron un cheque en blanco, muchos de ellos son los mismos que han sido complacientes con el actual Gobierno: ¿mantendrán la misma tesitura a partir del 10 de diciembre o cacerolearán y tirarán cascotes a la primera de cambio?

Será toda una aventura ver cómo evoluciona este experimento argentino. La mitad del país es pobre; del resto una buena parte está más arruinado de lo que cree y se resiste a dejar de ser «clase media», pero ya cambió las marcas de lo que consume, evalúa sacar a los pibes de la educación privada para llevarlos a la pública y no le alcanza para la prepaga. ¿Que la salud estatal no es buena?: muchos la están conociendo ahora, y así se desbordan las guardias en los hospitales públicos y acumulan los turnos de cirugías. Para colmo a los médicos les «rinde» más unas horas en Chile o Uruguay que un mes en Argentina. Los efectores privados ya no disponen servicios de pediatría u otras especialidades en las Guardias.

Y de los jubilados…los bonos no apagarán la indignación de los que aportaron durante toda una vida de trabajo. Ni hablar de los que «sienten» cómo se aplanó la pirámide y se acercan más a la mínima a pesar de que en el inicio recibían tres o cuatro.

Son muchos también los que se restriegan las manos y hasta ponen plazo de finalización a un gobierno que aún no comenzó. Sin mencionar a la inflación, la emisión monetaria, las Leliq, el precio del dólar, la falta de dólares, el cierre de las importaciones, las SIRA, la falta de insumos básicos, la energía, el desempleo,  la pobreza y como se sabe que «todo siempre puede ser peor», si Milei lo logra será un cambio de Era para la Argentina.

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