Julieta Gil presentó su libro “En Tortuga y Patineta”: después de la tragedia, la resiliencia, el perdón y el agradecimiento
Este martes en el Auditorio del Hospital Schestakow, Julieta Gil presentó su libro «En Tortuga y Patineta». Participaron del acto las autoridades del nosocomio, médicos, enfermeras y su madre.
Todos de alguna manera fueron protagonistas de la terrible experiencia que sufrió Julieta, que con palabras impresas busca ser inspiración para otros que transitan destinos similares. También son palabras de agradecimiento para todos aquellos que mitigaron el dolor físico y espiritual que la atravesó.
En junio de 2022 un incendio destruyó su vivienda, quemó la mitad de su cuerpo, pero lo más terrible es que se llevó a su hijita de 4 años.
La tragedia ocurrió en General Alvear, la salvó un vecino que alcanzó a sacarla de la casa, pero no llegó a socorrer a la pequeña Victoria que murió en el lugar.
La historia recién comenzaba. Desde el hospital Enfermeros Argentinos, desahuciada, la trasladaron al Schestakow: «No sé cómo hicieron, yo demoro dos horas en llegar, ellos recorrieron el trayecto en 30 minutos», cuenta y dice que en esos momentos solo preguntaba por «Vicky».
Asegura que fue la primera persona en ser atendida en la sala de quemados (fue poco tiempo después de la cuarentena por el Covid, y esa sala estaba destinada a esos enfermos). Con la cabeza, el rostro, las manos y el 50 por ciento del cuerpo quemados, el dolor era insoportable. Entró en coma inducido, y recién después de 12 días, entre psicólogos, psiquiatras, médicos y enfermeras, su madre le dijo que su hijita había muerto.
«Yo lo intuía…, pero en el fondo una mamá nunca espera la muerte de su hijo. O sea, no es lo natural, ¿no? Lo natural es enterrar a nuestros padres», confiesa.
La Jefa de la sala de Quemados dijo que nunca había escuchado un guito tan desgarrador: aún cuando recién le retiraban la intubación y tenía las vías respiratorias quemadas.
«Fue un proceso durísimo y ahí instantáneamente empecé a sentir el dolor físico, sabía que debía aguantarme el dolor físico, y después encima el dolor de haber perdido a mi hija. Eso fue lo peor. Lo peor que todavía lo llevo: Victoria. Milagros Victoria Josefina Fernández Gil, era un nombre muy largo…», dice con la voz quebrada.
En su relato, Julieta describe «ella dejó muchas huellitas, me enseñó mucho. Es lo que escribo en el libro, ella era como un ángel acá en la tierra y de ella aprendió mucha gente».
Trata de plasmar esto en el libro, lo que significó, para ella y para muchas personas: luz.
En la publicación, editada por Omar Gaitán de la Editorial Adulam, trata de plasmar lo que Vicky significó para ella. Cada capítulo está dedicado a una persona que amaba mucho y hay uno que se llama Gratitud, dedicado al hospital.
El poder de la dedicación. «Porque está acá Angie y me siento tranquila con eso».
Del Schestakow -donde permaneció internada dos meses-. dice que «recibió tanto cariño, tanto amor, tantas mañas…, era una de las pacientes más caprichosas del sector de quemados», reconoce con una media sonrisa y mirando a médicos y enfermeras que sentados, esperan que comience la presentación.
Finaliza diciendo que de ellos recibió «el amor, paz, tranquilidad porque ´Angie´ Ángeles Mancilla en un momento me dijo que ellos se llevaron su dolor a sus casas, y eso a mí me partió el alma. O sea, ellos tenían que venir a curarme y sin embargo cargaron con mi dolor; y venían al otro día y Angie se hacía cargo. El escuchar la voz de Angie por el pasillo para mí era milagroso. Porque está acá Angie y me siento tranquila con eso».
Julieta Gil recuerda que vivió«muchas cosas en el coma, muy feas, entonces las escribí». El relato que hace es en tono calmo, pero que sale de lo profundo de su ser. Muestra las manos que son una pequeña evidencia de lo que el fuego hizo en su cuerpo: «como yo tenía mis manos rígidas porque las tengo quemadas, estuve 9 meses con mis manos así (y las extiende, rígidas), empecé a escribir como podía con mi huella digital en el celular hasta que tuve un límite y pasé una compu».
Explica que una editorial de Buenos Aires, le propuso realizar el libro con la idea de evangelizar, «porque la editorial es cristiana».
Sostiene que el libro sirve porque en el hospital «hay muchas personas con hambre de esperanza y fortaleza y energía. Todos los que tenemos pacientes o algún algún familiar en el hospital, pasamos por dolor, por tristeza, pero de eso se puede sacar luz y es lo que yo hice: desde tanta oscuridad, saqué luz. Convertí la oscuridad en luz».
Invita a leer «En Tortuga y Patineta»: «es un libro que va a ayudar a la gente a recapacitar, a perdonar -porque habla sobre el perdón- sobre la paternidad, sobre la resiliencia, sobre la sobrevivencia y sobre todo, sobre la humanidad, que fue lo que este hospital me brindó».
Fotos: Gentileza Roxana Semelak, Prensa Hospital Schestakow