Un estudio analizó un posible vínculo entre apneas del sueño y la enfermedad de Parkinson
El relevamiento de datos de millones de personas en Estados Unidos permitió investigar una conexión clínica inesperada. La intervención médica adecuada podría modificar el pronóstico.
Las apneas del sueño son episodios en los que la respiración se detiene o se reduce de manera repetida durante el descanso nocturno. Esto provoca que el cuerpo reciba menos oxígeno del necesario.
A menudo, las personas con esa condición se sienten cansadas al despertar y pueden no notar las pausas respiratorias durante la noche.
Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Ciencia y Salud de Oregon y el Sistema de Cuidado de la Salud de Portland, en Estados Unidos, analizó una posible relación entre las apneas obstructivas del sueño no tratadas y un mayor riesgo de desarrollar Parkinson, la enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta el control del movimiento del cuerpo.
El análisis fue publicado en JAMA Neurology y se basó en los registros electrónicos de salud de más de 11 millones de veteranos de las fuerzas armadas de Estados Unidos atendidos entre 1999 y 2022.
Según los investigadores, el uso del dispositivo que se conoce como presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) puede reducir de manera significativa ese riesgo.
La relación entre apneas del sueño y Parkinson
Muchas personas no reciben diagnóstico, lo que dificulta obtener cifras exactas en cada país.
El doctor Gregory Scott, coautor del estudio y profesor asistente de patología en la Escuela de Medicina de OHSU, explicó: “No es en absoluto una garantía de que vayas a desarrollar Parkinson, pero sí aumenta significativamente las probabilidades”.
Esta advertencia se apoya en los datos que muestran que, entre millones de personas con apneas del sueño, quienes no trataron la afección con CPAP presentaron casi el doble de probabilidades de padecer Parkinson en comparación con quienes sí utilizaron el dispositivo.
El doctor Lee Neilson, autor principal del estudio y profesor asistente de neurología en OHSU, detalló: “Si dejas de respirar y el oxígeno no está en un nivel normal, probablemente tus neuronas tampoco estén funcionando a un nivel normal”.
Si eso ocurre noche tras noche, año tras año, “puede explicar por qué solucionar el problema usando CPAP podría aportar cierta resistencia frente a enfermedades neurodegenerativas, incluido el Parkinson”, agregó.
Neilson anticipó que estos hallazgos influirán en su práctica clínica. El especialista subrayó la importancia de priorizar la calidad del sueño en la prevención de enfermedades neurológicas.
Cómo reducir el riesgo
El CPAP es un dispositivo que suministra aire a presión continua para mantener abiertas las vías respiratorias durante el sueño.
Se utiliza en personas diagnosticadas con apnea obstructiva del sueño, bajo indicación médica.

A pesar de que algunos pacientes muestran reticencia a utilizar el CPAP, Scott destacó la experiencia positiva de muchos veteranos.
“Los veteranos que usan su CPAP lo adoran”, dijo Scott. “Se lo cuentan a otras personas. Se sienten mejor, están menos cansados. Quizá si otros conocen esta reducción del riesgo de enfermedad de Parkinson, eso convenza a más personas con apneas del sueño de probar el CPAP”.
Los investigadores remarcaron que todavía es necesario continuar las investigaciones para comprender los mecanismos que vinculan ambas enfermedades.
A su vez, resaltan la importancia de impulsar campañas de concientización pública que informen sobre los posibles riesgos y sobre la necesidad de diagnosticar y tratar las apneas del sueño a tiempo, con el objetivo de disminuir el impacto de patologías neurológicas como Parkinson.
El estudio contó con la colaboración de investigadores de la Universidad de Washington y el VA Puget Sound Health Care System, y recibió financiamiento de diversas instituciones.
Recibió el apoyo del Departamento de Asuntos de los Veteranos, la Fundación John and Tami Marick Family, el Collins Medical Trust y el National Institute on Aging de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Valeria Román para Infobae



