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OPINIÓN: El Club de los Malos, todo marcha acorde al plan

Desde la ruptura entre Milei y Macri hasta la de Cristina con Kicillof, pasando por el sabotaje al papado de Francisco, el CDLM no escatima esfuerzos.

El Club de los Malos suele navegar en aguas profundas, entre las oscuras corrientes que subyacen bajo las sociedades que planeamos devastar, a la espera del momento oportuno. Ese instante en que emergemos a la superficie irradiando un daño enceguecedor. Un mal que a nosotros nos ilumina y a los tiernos corderitos de Dios los sepulta en una penumbra aterradora. Dejándolos sin alma, sin energía, sin voz y sin norte. Ni más ni menos, lo que practicamos esta semana en España y Portugal.

El CDLM es una exitosa maquinaria de destrucción masiva y, como tal, necesita mantenimiento. Para evitar que nuestra organización se duerma en los laureles realizamos prácticas de entrenamiento. Esta vez ejecutamos una operación simple pero cargada de simbolismo: apagar toda la Península Ibérica.

No fue un ciberataque ni un accidente. No fueron los rusos ni los chinos ni los iraníes. Fuimos nosotros, los Malos.

Ya habíamos hecho un apagón general en la Argentina el 16 de junio de 2019, pero repetir esa experiencia no tenía ningún mérito. Otro corte energético en estas tierras no hubiese asombrado a nadie.

El verdadero desafío era hacerlo en un país rico, ordenado, con redes eléctricas robustas, donde la gente todavía confía en que las cosas funcionen. Objetivo cumplido. A partir de ahora ellos han dejado de confiar y nosotros, una vez más, reafirmamos nuestra letalidad.

Sin embargo, alguna vez esa infalibilidad estuvo en duda. Fue en 2013, cuando el Cardenal Bergoglio se transformó en el Papa Francisco. Nos dormimos. No la vimos venir.

Habíamos estado atentos al cónclave anterior en 2005, cuando eligieron a Benedicto XVI y Bergoglio quedó segundo. Pero jamás creímos que el cardenal argentino tendría otra oportunidad. Un error de cálculo imperdonable. Un sopapo celestial al CDLM que nos obligó a redoblar esfuerzos.

Como consuelo cabe decir que el gobierno de entonces tampoco se dio cuenta de que tenía un potencial Papa a dos cuadras de la Casa Rosada. Por eso lo agredían sin pudor.

Fue en ese preciso instante, con la consagración de Francisco, que el CDLM decidió revertir el error fijándose un objetivo muy ambicioso: lograr que los argentinos desaprovechen la oportunidad histórica que significaba tener un Papa propio. Y se logró.

Para eso usamos una de nuestras armas favoritas: la invalorable estupidez de nuestros principales dirigentes políticos, en cuyos partidos nosotros infiltramos a los mejores encarajinadores del Club de los Malos.

Rápidamente lanzamos a nuestra dirigencia a competir por ver quién lograba ser recibido en el Vaticano, cuántos minutos les concedía Su Santidad o qué sonrisa papal se llevaban.

En un esfuerzo notable, el CDLM frenó toda Inciativa seria por parte de la dirigencia argentina. Ningún dirigente del país, en 12 años, fue capaz de llevar al Vaticano una propuesta conjunta de ningún tipo. Ni políticos, ni sindicalistas, ni empresarios. Nadie.

Ninguno le llevó al Papa un plan de unidad nacional, una idea para cerrar heridas, desactivar divisiones o un gesto mínimo de humildad colectiva. Nada. Fueron todos a buscar fotos, minutos y sonrisas para subir a sus redes sociales.

Ni siquiera en el final, el actual presidente tuvo la humildad y la grandeza de invitar a los otros presidentes argentinos para despedir al Papa argentino. Tampoco la tuvieron los presidentes anteriores.

Un merito extraordinario del Club de los Malos y un prueba contundente de nuestra capacidad para convertir a la más alta dirigencia de un país en el símbolo perfecto de la estupidez.

Fueron 12 duros años en los que el CDLM trabajó incansablemente para que la política argentina dejara pasar una oportunidad histórica que, con suerte, podría repetirse dentro de mil años. O nunca.

Mientras los dirigentes polacos aprovecharon a su Papa para liberarse del comunismo, disolver la Unión Soviética y derribar el muro de Berlín, los nuestros le llevaban mates, banderines de fútbol y le robaban una selfie.

Una gesta gloriosa del CDLM. Tal vez nuestro logro más importante.

Al lado de esta proeza, todo lo demás es un recreo. Hacer pelear a los dirigente entre ellos para que la sociedad pierda toda esperanza es un divertimento.

Casi sin esfuerzo, conseguimos que Milei y Macri se enfrenten y vayan a una elección en la Ciudad de Buenos Aires divididos, repartiendo sus votos entre seis candidatos (Lospennato, Adorni, Marra, Larreta, Levy y Oliveto), dejando la ciudad a merced del kirchnerismo. Gran trabajo del CDLM que, si Dios quiere, se coronará con el triunfo glorioso de Santoro.

Parecido es lo que estamos haciendo en la provincia de Buenos Aires. Gracias al esfuerzo del CDLM para que Milei y Macri también vayan divididos, el peronismo ya saboreaba las dulces mieles del triunfo en el territorio que gobierna hace 40 años.

Nótese el mérito: logramos que el mismo pueblo que vive en absoluta miseria vote una y otra vez a los responsables de esa tragedia humanitaria llamada conurbano bonaerense. Lujos que nos damos.

Sin embargo a los peronistas también les teníamos reservada su sorpresita. No fue fácil pero logramos que Cristina y Kicillof se peleen y estén al borde de presentarse divididos y en listas separadas. Ningún peronista entiende ese conflicto. Lógico: no conocen al Club de los Malos pese a que llevamos décadas trabajando dentro de ese partido. ¿De dónde creen que salieron López Rega, Montoneros, Alberto o Alto Calafate? Todas grandes invenciones del CDLM.

Tanto el descalabro entre La Libertad Avanza y el PRO como el desaguisado que hicimos con el peronismo bonaerense, fueron operaciones de demolición realizadas con nuestros procedimientos habituales: los hacemos desconfiar entre ellos, los cebamos, filtramos frases, distribuimos encuestas fraguadas. Lo de siempre.

A lo sumo hubo que infiltrar algunos encarajinadores más jóvenes como Santiago Caputo y sus troupe de trolls y streamers para que aporten frescura al desastre. No mucho más. El resto es acercarse a los líderes de esos espacios y activarles el ego y la ignorancia. Atributos que suelen abundar en esas ingenuas criaturitas del poder.

Dicho sea de paso, anda muy bien la estrategia de agredir periodistas. La frase de Milei “todavía no odiamos lo suficiente a los periodistas” es un hallazgo del CDLM. En especial sabiendo que el principal candidato de LLA, Manuel Adorni, fue columnista en Infobae y Radio Rivadavia, tuvo su propio programa en esa radio y fue durante años panelista en América, A24 y La Nación +. Un periodista con todas la letras.

Mandar de candidato a Adorni y hacerle decir esa frase al presidente es una guachada del CDLM, pero también es un chiste interno de la organización. Seremos hijos de puta pero nunca perdemos el sentido del humor.

Recién estamos en mayo. Queda mucha turrada por hacer.

Para Clarín, Alejandro Borensztein

Imagen: Clarín

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