OPINIÓN: El kirchnerismo está de racha
Mal momento para el proyecto nacional y popular. Nacional vaya y pase, pero popular, a juzgar por los últimos resultados, está opinado. La popu se le está yendo con otro.
Antes que nada, recordemos una historia real que me fuera relatada hace mucho tiempo. Posta posta.
Alderete era un hombre mayor que desde siempre trabajaba de mozo en un clásico bar de Monte Hermoso. Un día se lo vió llegar triste. Se cambió, se puso la camisa blanca, cazó la bandeja, se colgó el repasador del brazo y se acercó a la mesa de unos habitués. “¿Que te pasa Alderete?” le dijeron los tipos cuando le vieron la cara. Alderete los miró entre abatido y resignado: “Me desalojaron, mi pibe cayó en cana y mi mujer me dejó después de 50 años de matrimonio…”, y respirando hondo remató: “Y bue, que se le va’ hacer… son rachas”. Lo mismo le pasa al kirchnerismo: son rachas.
Podríamos decir que es una mala racha para la tropa K, pero en realidad lo es para todo el peronismo. Todavía no hay forma de separar una cosa de la otra. Como pocas veces ha quedado tan expuesto, hoy son todos una misma cosa. Cristina, Alberto, Massa, Kicillof, Máximo, La Cámpora, por mucho que pretendan diferenciarse entre ellos y mal que les pese, están todos unidos por la historia reciente. El que no choreó arruinó la economía y el que no hizo ninguna de las dos cosas lleva colgada la chapa de inútil.
Esto nos permite imaginar la chinche que debe tener Cristina. De toda esta gente, la única que está presa es Ella. Posiblemente en representación de todos los demás. ¿Querían liderazgo? Ahí lo tienen.
Hoy vemos deambular dirigentes arruinados, algunos detenidos, muchos procesados, todos peleados y un juicio que está para alquilar balcones. Evidentemente no sería el mejor momento del proyecto nacional y popular. En realidad, ya no tan popular porque, a juzgar por los resultados electorales, es evidente que buena parte del pueblo, después de tantos años, se fue con otro. Como la mujer de Alderete.
Nada de lo que estamos viendo en la causa de los cuadernos es nuevo. De hecho, Lanata ya había mostrado casi todo en su programa de Canal 13. El resto fue oportunamente denunciando por otros periodistas y dirigentes políticos sin que los acusados atinaran a refutar algo.
Este pequeño detalle es el que sepulta a Cristina. ¿Nunca miraba la tele? ¿Tanto fastidio le tenía a Clarín que ni siquiera ponía Canal 13? ¿Jamás se preguntó si lo que mostraban en PPT podía ser cierto y en base a eso tomar alguna medida?
Posiblemente no miraba nada porque ya sabía todo. Difícil que un secretario presidencial como Muñoz se hubiese comprado propiedades en Miami y Nueva York por millones de dólares sin que Ella se avivara. ¿Nadie se lo contó? Es raro imaginar que no haya habido un solo agente de inteligencia que le dijera al oído “disculpe señora pero cerca suyo se están choreando todo”. Se ve que estaba tan ocupada con la revolución bolivariana que se le escapó lo que hacían De Vido, Báez, López, Muñoz, Jaime, Boudou, Baratta y tantos otros benefactores. No se puede estar en todo.
Ante la evidencia del choreo suelen aparecer tres argumentos habituales entre los fanáticos kirchneristas, a saber:
1. Los cabeza de termo que siguen negando todo. O sea, los Kirchner nunca robaron nada y todo es una campaña de la CIA, Radio Mitre y Nelson Castro.
2. Los cabeza de termo cuyo fanatismo les sirve para justificar lo injustificable: robaron pero no importa nada porque el amor por Cristina y Néstor es incondicional.
3. Los cabeza de termo más sofisticados: había que robar para juntar plata y enfrentar a los poderes concentrados. Si esta teoría fuera cierta podríamos decir que no chorearon lo suficiente porque los famosos poderes concentrados están fenómeno y ellos están todos presos. Se ve que se quedaron cortos con el choreo.
Uno de los pocos que no está procesado o en cana es Kicillof que, por ese simple mérito, supone que se va a quedar con la jefatura del partido de Perón. Feliz desconocedor del peronismo.
Si lo pusiéramos al gobernador en el túnel del tiempo y lo lleváramos a 1974, con su pasado marxista, lo agarrarían los mismos peronistas que hoy lo aplauden, se lo comerían crudo y no le dejarían ni los huesitos. De estas prácticas setentistas ya no se acuerda nadie. Milagros del peronismo.
Veamos una segunda historia que también nos permite entender el presente. Es un recuerdo personal para tener en cuenta hoy. Créame amigo lector, que esta historia también es posta posta.
Por razones que no vienen al caso, en abril de 2018 asistí a un evento en el que exponía su plan económico el entonces ministro de economía Nicolás Dujovne. Meses antes, en octubre de 2017, el gobierno de Mauricio Macri había obtenido un triunfo aplastante en las elecciones de medio término. El ministro de finanzas era Luis “Toto” Caputo.
Aquella mañana, Dujovne hizo una detallada exposición de su plan y mostró cómo, según él, esto impactaría en la vida económica de los próximos años. Con mucha precisión, mostró la manera en que el déficit fiscal iría disminuyendo hasta alcanzar el superávit, lo que permitiría bajar la inflación, recibir nuevas inversiones, aumentar la actividad y finalmente hacer crecer el PBI. Todo encajaba perfecto. Hermoso.
Cuando terminó de explicar el plan y de mostrar los gráficos, preguntó si había alguna duda y yo cometí la imprudencia de animarme a levantar la mano. “Ministro, su exposición parece impecable, lo único que no veo en sus gráficos es cómo impacta la deuda… tanto los bonos que vencen ahora como los intereses de los que vencen más adelante… para ser más claro, yo no sé nada de economía pero me compré algunos bonos soberanos argentinos… ¿puedo dormir tranquilo?”. Dujovne hizo una pausa, miró a todos los asistentes y me contestó: “Yo duermo muy tranquilo, vos también podés dormir tranquilo”. Veinte días después, el 8 de mayo, la Argentina quebraba y el presidente Macri tuvo que salir desesperadamente a pedir auxilio al FMI. Con la ayuda del presidente Trump consiguió casi 50.000 palos verdes.
Esta semana el actual ministro Caputo, agrandado vaya uno a saber por qué, repitió la misma frase que años atrás había dicho Dujovne. Textualmente: “Andá a dormir tranquilo que con el dólar no pasa nada”. No hay caso, este muchacho no aprende más. Con todo respeto, no da. Ya bastante metió la pata con “comprá campeón” como para seguir canchereando con este tipo de expresiones.
Dato al margen: como uno ya vio pasar muchos ministros de economía que se creyeron Gardel, aquella mañana en la que Dujovne expuso se plan y vendió tranquilidad, yo salí del evento y lo primero que hice fue mandarle un mail a mi agente de bolsa con una breve frase: “Vendeme ya todos los bonos soberanos argentinos”. Así fue como salvé los trapos.
Tanto los kirchneristas con sus excusas del choreo como los libertarios con su euforia desmedida, deben creer que somos todos giles.
A papá mono con banana verde, no.



