Cómo será el nuevo control sobre los vinos que se producen en Argentina

Esta vez fue el turno de la vitivinicultura. La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía de la Nación en conjunto con el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado pusieron en marcha un plan para eliminar casi 1.000 normas que al día de hoy regulan el funcionamiento del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).

Los cambios, introducidos a través de la Resolución N° 37/2025 del INV, significan una profunda reforma que cambia por completo el marco regulatorio del sector. Desde el Gobierno, aseguraron que están “eliminando trabas burocráticas y devolviendo la libertad a la industria”.

La modificación del marco regulatorio de la industria vitivinícola implica numerosos cambios, en su mayoría referidos a cuestiones técnicas. Sin embargo, hay un gran cambio que resume en pocas palabras hacia donde apunta el Gobierno. Desde ahora, el INV se encargará de controlar los productos una vez terminados. Es decir que ya no intervendrá como fiscalizador durante el proceso de elaboración.

“Durante décadas, la actividad estuvo regida por más de 1.000 normas dispersas, muchas de ellas obsoletas. Para poner orden, se elaboró un Digesto Normativo que revisa, actualiza y simplifica toda la normativa existente. De un total de 1.207 normas en materia vitivinícola se derogan 973. Con esto damos lugar a un nuevo régimen basado en la libertad, la responsabilidad y la competencia”, explicaron desde Nación.

Esta reforma redefine el rol del INV. El organismo dejará de intervenir en las etapas iniciales e intermedias del proceso productivo para concentrarse exclusivamente en el control del producto final, garantizando que los vinos sean aptos para el consumo y no estén adulterados. En otras palabras, el INV dejará de fiscalizar todo el proceso productivo y se enfocará en asegurar la calidad del vino que llega a los consumidores.

“El cambio responde a un diagnóstico compartido por toda la industria: los excesivos controles y trámites impuestos por el INV habían generado costos, demoras y pérdida de competitividad. Los inspectores no fiscalizarán más en las bodegas y se verificará únicamente el producto terminado, es decir, en el tramo final de la cadena productiva. Con esta medida se dejarán de realizar aproximadamente unas 5.000 fiscalizaciones presenciales al año”. subrayaron desde Nación.

El presidente del INV, Carlos Tizio, aseguró que la industria estaba preparada para este giro regulatorio. “La industria está muy madura. Si vemos cuántas sanciones hubo en los últimos años, el 85 o 90% de las bodegas no tuvo ni una sola. Se trabaja muy bien y se hacen vinos excelentes, de todos los niveles”, afirmó.

Para el titular del organismo, la reforma permite concentrarse en lo verdaderamente relevante: “Controlar el producto final, que es lo importante para el consumidor. La misma industria va a relegar a los pocos que hacen alguna macana. No tenés que regular para los buenos, porque los buenos son el 99%”.

Además, sostuvo que el nuevo esquema no implica una reducción de personal ni de capacidad operativa. “Vamos a necesitar hacer un volumen bastante mayor de muestreo, así que seguimos con la misma gente y el mismo equipo. Los inspectores son licenciados en enología, ingenieros agrónomos, gente muy capacitada”, señaló.

El viernes pasado el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, se reunió con el presidente del INV y directivos de diferentes entidades vitivinícolas, con el fin de escuchar a la industria y terminar de definir la letra chica del nuevo marco regulatorio.

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