Andrés D’Alessandro: el adiós perfecto para una trayectoria que superó todos los sueños
Andrés D’Alessandro llora. Hace toda la fuerza posible por evitarlo, pero las lágrimas están empecinadas en emerger y bajar en slalom por sus pómulos. Se juegan 27 minutos del segundo tiempo del partido que Inter iguala 1 a 1 con Fortaleza ante su público, por la fecha 2 del Brasileirao, y el cartel luminoso marca que sale él, el número 10, y que con el 21 ingresa Gabriel Boschilia.
Pero en realidad pasan muchas cosas más. Porque no es un partido cualquiera. Es el encuentro número 529 del Cabezón con la camiseta del conjunto de Porto Alegre. Y será el último. Pero como si el destino lo hubiera planificado todo de manera perfecta, dos días después de que cumpliera 41 años le regala para siempre momentos únicos, que solo los grandes futbolistas y los próceres de algunos clubes generan y merecen.
Inevitablemente, el mundo sigue girando. Y entonces, sentado en el banco junto con sus compañeros, Andrés celebra el último gol de Inter como futbolista oficial. Porque Alemao, Alexandre Zurawski, sentencia el 2 a 1 en tiempo de descuento, para gritarlo con todas las ganas y dedicárselo al creador de La Boba y que todo sea fiesta en un Beira Rio colmado.
Al mismo tiempo, desde River le enviaron un sentido mensaje mediante las redes sociales. “Andrés D’Alessandro, orgullo de nuestro semillero y ganador de cinco títulos en sus dos etapas en el Club, disputó hoy su último partido como jugador profesional luego de 22 años de carrera. ¡Gracias por el fútbol, @dale10!”, fue el mensaje, acompañado por una imagen del mediocampista con la casaca millonaria.
D’ Alessandro debutó el 28 de mayo de 2000 con la Banda Roja sobre su pecho. Fue en un 1-2 ante Unión de Santa Fe, por el torneo Clausura que de todas maneras su equipo logró ganar. El primero de sus 144 goles oficiales en clubes se lo marcó a Estudiantes de La Plata el 2 de septiembre de 2001.
En 2003 emigró al Wolfsburgo alemán. Luego, paseó toda su habilidad por Portsmouth F. C. (2006), Zaragoza (2006-08), San Lorenzo (2008) y Nacional, de Montevideo (2021). Aunque fue en 2008 cuando encontró su lugar en el mundo en Porto Alegre. Con la camiseta de Inter fue amor a primera vista y 12 años casi en continuado de liderazgo absoluto. Aunque en 2016 se dio el gusto de saldar una cuenta que consideraba pendiente: volver a River para ganar un título internacional (logró la Recopa Sudamericana) y sumar otra vuelta olímpica (Copa Argentina).
Pero tal fue, es y será su identificación con Inter, que cuando el equipo descendió de categoría no dudó ni un segundo en regresar a Porto Alegre para dar una mano. “No volví por plata, sino para ayudar a Inter a ascender”, fue su primera declaración. Cumplió el objetivo un año más tarde y también las lágrimas inundaron su rostro.
Rebelde y temperamental, debió aprender a domar su fuerte carácter y sus pocas pulgas. Pero siempre fue de frente. Si hasta en su último partido oficial se le puso cara a cara al árbitro y terminó amonestado.
Su paso por la selección argentina fue breve, pero a la vez muy exitoso. Fue una de las grandes figuras del campeón mundial Sub 20 en Argentina 2001, conducido por José Pekerman (jugó todos los partidos y marcó dos goles). Y tres años más tarde formó parte del plantel albiceleste que, dirigido por Marcelo Bielsa, se consagró por primera vez campeón olímpico en Atenas 2004. Conformó allí una gran dupla con Carlos Tevez, máximo goleador de la competencia. Aquello fue un mimo y un premio grande después de la frustración que había significado apenas un mes antes perder sobre la hora una Copa América que la selección argentina tenía prácticamente en el bolsillo (le ganaba 2 a 1 la final a Brasil, y en la última pelota Adriano lo empató y luego el conjunto verdemarelo ganó 4-2 por penales en Perú).
El frío resumen estadístico determina que fueron 831 partidos oficiales, 144 goles y 12 títulos: cinco nacionales (cuatro con River y uno con Nacional), otros cinco internacionales (cuatro con el Inter, del que se destaca la Copa Libertadores 2010, y el restante con el Millonario) y los dos ya mencionados con la selección argentina.
Pero desde que comenzó el siglo XXI, Andrés D’Alessandro se dedicó a jugar a la pelota y edificarse como uno de los mejores embajadores del fútbol argentino.
Desde anoche todo eso forma parte del pasado y la reconversión post retiro es un proceso difícil para cualquier deportista de alta competencia. Por todo eso llora el Cabezón. Y aunque hace toda la fuerza posible por evitarlo, sus lágrimas están empecinadas en salir de sus ojos y bajar en slalom por sus pómulos. Por última vez vestido como futbolista.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/QO3EPCARDNEWHI2JSL2QHNWAJ4.jpg)